Te has ido como eras, en silencio, discretamente, sin molestar y nos has dejado un enorme vacío.
Nos conocimos en una cena en Portuetxe de chuleta y sidra y desde ese momento creo que nos hicimos buenos amigos. En Marbella descubriste el golf y yo descubrí a alguien discreto, con una confianza enorme y con quien hablar de coches, cocina o casas durante horas.
Me enseñaste el remonte, los caseríos, a valorar una casa y que en la cocina, como en la vida, todo se disfruta con tiempo, sin prisas…
Dimos más de un porrazo en la tamborrada del Europa, y lloramos mucho a Manolita, que se fue como tú, sin molestar.
Gracias a ti he conocido personas magníficas como Chicho, Susana y Chema, los del Sebastopol, Don Pedro, que nos casó, Pepe, Felipe y tantos otros, que te recuerdan como eras, amigo de sus amigos.
Tus nietos tendrán en ti siempre un gran ejemplo de vida.
Ahora intentamos llenar tu vacío de la mejor manera que sabemos. Cuidaremos de la Babu tanto como la cuidaste tú.
Que Dios te tenga en su gloria, te echamos de menos. Agur Aita Miguel.